Dos polos regionales de atracción, Santiago de Chile y la Ciudad de México son hogar y tierra de tránsito y de retorno para muchos migrantes y refugiados de varias partes del mundo. Estos dos centros urbanos brindan una amplia gama de oportunidades socioeconómicas y protección para quienes buscan mejores medios de subsistencia, educación, acceso a empleos y servicios, mejor calidad de vida, y seguridad para ellos y sus familias.