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MENSAJES EN PREPARACIÓN DE LA REUNIÓN MINISTERIAL PREVIA A LA CP 26
Los retos para el bienestar humano, que de por sí son considerables, se han visto agravados por el cambio climático, con implicaciones cada vez más importantes para las personas en movimiento, entre otras. En efecto, la creciente presión sobre los océanos y la tierra tiene una incidencia directa en las personas, a la vez que acrecienta la exposición a riesgos de manera fundamental, erosionando así los derechos humanos y comprometiendo los esfuerzos por conseguir un desarrollo sostenible. Las consecuencias del cambio climático afectan a los migrantes y a sus comunidades en su búsqueda de mejores oportunidades para sus hijos, condiciones de trabajo decente y alimentos o servicios básicos. Es más, obligan a las personas a abandonar su país de origen e inciden en los patrones migratorios en un modo que hace necesario un reconocimiento más explícito de la situación, así como un plan que permita abordar los efectos del cambio climático sobre la movilidad humana[1].
[1] El concepto de movilidad humana engloba la migración, el desplazamiento y la reubicación planificada, tal como se menciona en los objetivos 2 (párr. 18 j)) y 5 (párr. 21 h)) del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, y en los procesos pertinentes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, como las recomendaciones formuladas por el Equipo de Tareas sobre los Desplazamientos del Comité Ejecutivo del Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y los Daños relacionados con las Repercusiones del Cambio Climático.