La migración es una realidad mundial. Se estima que hay 281 millones de migrantes internacionales en todo el mundo, y la mayoría de ellos se desplazan entre países de forma segura, ordenada y regular. Sin embargo, demasiadas personas siguen sufriendo abusos indecibles y encontrándose en situación de vulnerabilidad. 

Si se gestiona correctamente, la migración es motor del crecimiento económico, la innovación y el desarrollo sostenible, y permite cada año a millones de personas buscar nuevas oportunidades, lo cual crea y estrecha los lazos que unen a países y sociedades. 

No obstante, también es fuente de divisiones dentro de los Estados y sociedades y entre ellos, algo que a menudo expone a los migrantes a malos tratos y explotación. Los últimos años, los grandes desplazamientos de personas desesperadas han ensombrecido los beneficios generales de la migración. Mediante la aprobación del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, los Estados Miembros adquirieron el compromiso de conseguir que la migración funcione para todos. 

El Pacto Mundial para la Migración es el primer acuerdo de las Naciones Unidas negociado a nivel intergubernamental sobre un enfoque común para gestionar la migración internacional y se basa en la comprensión colectiva de que ningún gobierno puede encauzar la migración por sí solo de forma eficaz —bien aprovechando plenamente el potencial de la movilidad mundial o protegiendo a las personas de los aspectos más perniciosos de la migración— sin recurrir a la cooperación, ya sea bilateral, regional o mundial. 

Al crear este marco de cooperación en materia de migración internacional, los Estados han podido desarrollar una terminología común para deliberar sobre cuestiones clave en materia de migración y un modelo para formular políticas migratorias integrales y basadas en los derechos. 

El Pacto Mundial para la Migración define 23 objetivos que abarcan todos los aspectos de la migración (enfoque de “360º”) y en los que se proponen una serie de posibles acciones, extraídas de prácticas óptimas, que los Estados pueden decidir incorporar para aplicar sus políticas migratorias nacionales. Si bien no son jurídicamente vinculantes, los principios rectores, los objetivos y las acciones del Pacto Mundial para la Migración se cimientan en obligaciones y principios establecidos que, a su vez, se fundamentan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el derecho internacional.